domingo, 15 de junio de 2008

CONFERENCIAS 20 Y 21

Hola a todos, como pueden ver, me atrase en la actualizaciòn de la pagina, pero ya estamos de vuelta y en esta ocasiòn con la magistral exposiciòn de Cesar Arellano, a continuaciòn la presentamos:

Introducción al psicoanálisis”
Conferencias 20 y 21
(1917).

Las grandes obras del siglo XX. “Sigmund Freud”
Promexa, México 1979.

Las antítesis de impulsos no equivalen siempre a una “completa” contradicción, como podría pensarse en casos de neurosis obsesiva, en donde el uno “anula” al otro.

Los síntomas, generalmente “procuran” satisfacción y “reserva preventiva” a la vez; es por ello que representan y expresan una “transacción” psíquica que, en le caso de la histeria, puede incluso somatizarse.

Para Freud, la capacidad de “producir placer” o procurar el mismo, es la condición esencial para calificar a una idea o acción de “sexuales”. En efecto, la sexualidad es una “función” que “opera” con el placer a partir de las zonas del cuerpo.

Estableciendo como fin último de toda sintomatología la tendencia a procurar satisfacción (sustitutiva) sexual, Freud llama la tención sobre las cualidades “pregenitales y perversas” de tales tendencias que se encuentran, desarrollan y “establecen” desde el nacimiento y hasta la adolescencia.

Así, enfatiza el carácter onanista e infantil que reviste toda sintomatología neurótica.

Para Freud, las perversiones y la sintomatología neurótica demuestran que la sexualidad adulta, en todas sus variantes, se determina esencialmente desde la infancia o, más precisamente, por la “presión” de las “demandas instintivas” asociadas al desarrollo y la “supresión y modelación” cultural final de las mismas y que continúan siendo “activas”.

Para Freud, la perversión es de hecho “la sexualidad ampliada y descompuesta de la infancia o de sus tendencias constitutivas” (Freud, S. Ibídem; pp. 326).

Para Freud, la libido es “la fuerza en que se manifiesta el instinto sexual” o la manifestación dinámica en la psique de dicho instinto; pero que en el soma, despierta desde el gozo erótico a la excitación sexual.

Freud elabora una serie de hipótesis inductivas -vía un análisis “reconstructivo”- del desarrollo libidinal, a través de las ETAPAS (y no fases madurativas) SEXUALES.

A través de la preeminencia, intercambio y sustitución de determinadas zonas erógenas, el niño canaliza su interés libidinal al tiempo que estructura su funcionamiento psicomotor, emocional y cognitivo. Por ello es más preciso llamarles etapas psicosexuales y no simplemente etapas sexuales.

Pero la estructuración, no sólo deriva o depende del patrimonio constitucional. Es “ontogénica”, es decir, que se encuentra determinada finalmente por las “vicisitudes instintivas” particulares que derivan, ellas sí, de la intensidad de la “presión educativa” ejercida sobre dicha “filogenia” que la modela, distorsiona u oblitera.

Anatómicamente asociadas a determinadas superficies erógenas, las Etapas Psicosexuales que Freud en principio distingue son:

• Etapa oral
• Etapa anal
• Etapa fálica
• Etapa genital

Dentro del esquema de dicho desarrollo Freud, reconoce -salvo correlato somático- a la Etapa de latencia y que ciertamente depende del “desenvolvimiento” libidinal en las esferas psíquica y social del niño.

El establecimiento de la supremacía genital, nuevamente Freud lo asocia anatómicamente a la pubertad que es la Fase (biológica) precursora de la madurez reproductiva.